Después de un alucinante pero exigente viaje por el Valle de los Volcanes en Arequipa (experiencia que contaré en otro post), decidí que quería relajarme un par de días en el Valle del Colca. Pero, como no puedo ir a un lugar a SOLO descansar, terminó siendo un viaje que combinó perfectamente la aventura con el relajo. No visitaba el Valle del Colca desde que tenía diez años, pero había escuchado que se podía ver cóndores y que los paisajes eran impresionantes. Elegí el hotel que todos me recomendaron como el más bonito y cómodo: Las Casitas del Colca. No se equivocaron… un lugar mágico en medio del valle.
Llegué muy tarde al hotel y me recibió Cristian con una deliciosa mesa de quesos y un cuarto comodísimo. Después de tanto engreimiento solo quedaba dormir. La mañana siguiente, ya recargada de energías, no podía esperar a visitar el Mirador de la Cruz, desde donde se ven cóndores. Pensé que vería un cóndor y muy lejos, pero tuve la suerte de ver cinco cóndores planeando muy cerca al mirador. ¡Fue muy emocionante! Luego volví al hotel a descansar un poco en las piscinas de agua caliente y a almorzar. El almuerzo fue delicioso, escogí dos platos arequipeños, un solterito y una ocopa… la comida arequipeña está sin duda entre mis favoritas.
Por la tarde visité los biohuertos que tienen dentro del hotel. Me gustó mucho ver cómo cultivan diferentes frutas y verduras para preparar los diferentes platos: tenían alcachofas, tomates, lechugas, beterragas y muchas otras más. Tenía que volver rápido al comedor, pues a las 4:30 de la tarde tenía programada una clase de cocina con Dennis, el chef del restaurante. Me enseñó a preparar un quinoto y un delicioso lomo saltado de alpaca. Después de comer los platos me quedé un rato conversando con Dennis, y con Noé, el mozo del restaurante. Me contaban que los dos eran de pueblos cercanos al hotel, y que la mayoría de personas que trabajaban ahí también lo eran (de Yanque, Tuti, Chivay, etc.). Fue interesante conversar con ellos y que me cuenten de sus pueblos, tradiciones y de cómo el turismo les ha permitido tener más opciones de trabajo en la zona. Esa noche me fui a dormir feliz.
La mañana siguiente me desperté a las 6 de la mañana porque quería visitar el resto arqueológico de Uyo Uyo, que queda a solo una hora y media caminando desde el hotel. Esta ciudadela de piedra ubicada en Yanque, fue restaurada hace un tiempo y se encuentra en muy buen estado. La ciudadela fue habitada por los Collaguas, una civilización preinca, y ahora se puede ver sus casas de piedras, los canales para el agua e incluso un templo. Además, desde ahí se podía ver todo el impresionante Valle del Colca en total silencio, una linda experiencia. Después de esta visita ya no quedaba más tiempo, así que volví al hotel, me despedí de todos los buenos amigos que había hecho en el hotel y me fui a Lima, ¡pero con ganas de volver muy pronto!