Una de las primeras postales que nos impacta cuando llegamos a Tingo María, ubicada en el departamento de Huánuco y la puerta de entrada a la Amazonía peruana, es la silueta de una hermosa mujer echada de espaldas mirando hacia el cielo y cubierta de vegetación.
Esta formación rocosa que asemeja la figura humana tiene una hermosa leyenda detrás, la cual despierta la curiosidad de los turistas y revela el corazón de los habitantes del pueblo. Se le llama la “Bella Durmiente” y es el símbolo natural de Tingo María. Esta imagen es el trágico desenlace de una historia de amor que ha pasado de generación en generación.
La princesa Nunash, hija de un antiguo curaca de la región, había sido el objeto de amor de un joven guerrero de un pueblo vecino, de nombre Cuynac. El llegó hasta ella después de atravesar la selva peruana y en nombre de su amor levantó un palacio, al cual llamó Cuynash.
Vivieron juntos y felices, eventualmente cimentando su poder como nuevo curaca de la comarca. Sin embargo, los celos de su padre, quien veía mermado su territorio por el joven, decidió que era suficiente el tiempo que lo había tolerado y recurrió a los servicios de una hechicera para convertirse en una culebra gigante, de nombre Amaru.
El curaca Cuynac, al ver que Amaru se acercaba con sus huestes, decidió pedir ayuda a los magos para convertir a Nunash en una mariposa y que ella huyera del lugar para salvar su vida. Ella voló hacia la selva en búsqueda de ayuda de otros curacas enemigos de su padre y a los pocos días regresó con un gran ejército que derrotó a los invasores.
Salvada, Nunash pudo volver a su forma humana y buscó a su esposo por todos los lugares que se imaginó. No lo encontraba. Él había sido convertido en piedra para esperarla y no pudo recuperar su antigua apariencia. Ella, cansada de buscarlo, se echó a dormir al pie de una gran roca y en sueños escuchó la voz de Cuynac que le decía:
“No me busques más. Fue mi voluntad convertirme en piedra para esperarte. Mi deseo fue complacido, pero ahora soy sólo una piedra. Si tú en verdad me sigues queriendo todavía, así como siempre me has querido, mi deseo es que permanezcas aquí a mi lado toda la vida sobre este cerro y que sólo a la luz de la luna nuestro pueblo pueda verte dormir a mi lado.”
La princesa aceptó y nunca más despertó, convirtiéndose en una gran cordillera que a la luz de la luna llena resalta todas sus facciones de mujer. Ella se convirtió así en la Bella Durmiente de la amazonía.