En Iquitos, ciudad cosmopolita de fuertes raíces amazónicas, la aventura comienza en la misma ciudad. Acompáñanos en este intenso viaje en pareja por uno de los lugares más excitantes del Perú.
Nuestra llegada
Nuestra a escapada a Iquitos empezó muy temprano: salimos a las 5 de la mañana para tomar el vuelo de las 7. Tras dos horas y media, llegamos a la capital loretana. Al descender lo primero que percibimos fue el calor húmedo en nuestra piel.
Escoger un hotel no fue difícil, gracias a la atractiva oferta de la ciudad. Algunos están instalados en antiguas y tradicionales casonas, como el hotel boutique Casa Morey, la casa Fitzcarraldo, el Hotel La Casona Iquitos o La Casa del Francés. Los precios varían desde los S/. 50 hasta los US$ 85 la habitación matrimonial, así que hay opciones para todos los bolsillos.
Luego de un rápido baño, salimos a conseguir el mototaxi (el medio de transporte típico de Iquitos) que nos llevaría al mercado de Belén. Un conjunto de puestos flotantes que bulle de actividad. Allí probamos frutas tan inéditas como el sachamangua , la charichuela o el ushun, una especie de ciruela muy dulce; y por supuesto, el popular aguaje. También encontramos suris, unos gusanitos de alto contenido proteínico hechos a la parrilla que no nos atrevimos a probar. Lo que sí comimos fue “palometa”, pequeño pez del Amazonas, y el rico paiche. Los pescados son el plato fuerte de esta zona.
Más tarde paseamos por el centro de la ciudad y conocimos la Iglesia Matriz y la Casa de Fierro, recuerdo del boom del caucho. Al caer la noche, la Plaza de Armas empieza a llenarse de artistas: bailarinas con boas o jóvenes pintores ansiosos por mostrar su arte.
La noche no termina sin una visita al Malecón Maldonado, donde están las discotecas y bares más toneros. Aterrizamos en la discoteca Noa, una de las de mayor renombre, donde además de bailar toda la noche, probamos aguardientes locales, como el siete raíces, el huarapo y el uvachado.
Segundo día en la ciudad
En Iquitos amanece temprano pero a nosotros nos costó despertarnos. Esta vez el mototaxi nos llevó a Zungarococha, (30 minutos de viaje), un hermoso lago ubicado a las afueras de la ciudad. Allí disfrutamos de la naturaleza, paseamos en una canoa típica de la zona. Además, pudimos probar algunos platos típicos como el tacacho con cecina y el juane de gallina.
De vuelta a la ciudad, dimos una vuelta por la plaza de Armas, allí encontramos una heladería con sabores locales. Probamos el de camu camu, un poco ácido, el de cocona, coco, y copoazú.
Nuestra segunda noche en la ciudad fue más tranquila. Fuimos al Arandú Bar, cuyo ecléctico ambiente nos dejó encantados. Las paredes están decoradas con cuadros de Christian Bendayán, en los que retrata la vida de la ciudad y su historia, con una paleta colorida y de tintes fantásticos. En el local se mezclan el rock, bailarines con serpientes y viajeros de todas partes del mundo.
Al tercer día
El último día decidimos dar una vuelta por los museos, en los que pudimos conocer un poco más sobre la historia de esta exótica ciudad. Empezamos con el Museo Municipal, donde pudimos ver una importante muestra de la fauna local así como una colección de artesanía.
A unas cuadras, en el Malecón Tarapacá, llegamos al Museo Amazónico, que comparte local con el Museo Militar. En el primero, pudimos ver una serie de esculturas que retratan a las diferentes etnias amazónicas repartidas por el Perú, Brasil y Venezuela. En el Museo Militar se exponen fotografías de la historia iquiteña.
Por la tarde nos animamos a visitar la Asociación para la Conservación de la Biodiversidad Amazónica, ACOBIA, que queda a cuatro kilómetros de la ciudad. Aquí no sólo conocimos su trabajo de rescate de crías huérfanas de manatíes, sino que pudimos alimentar y jugar con estos dóciles animales. Los voluntarios del centro no cobran un precio fijo por la entrada, y el pago es voluntario. Además, también se puede colaborar con esta linda labor comprando souvenirs y recuerdos.
Así terminó nuestra estadía en la ciudad, pero no en la región: en nuestro siguiente post les contaremos cómo fue nuestra aventura en la selva amazónica.