Es un otoño veraniego. No existe un cielo gris y nostálgico. El sol parece ignorar que el verano ya se acabó. Tempranito nomás sale bien campante a atrapar con sus garras doradas; entonces, empieza a quemar, arder y sofocar a todos. Es así que incita a que los andariegos prolonguen sus travesías a zonas costeras lejanas o cercanas. Pero no hay que complicarse ni preocuparse por la distancia. Y es que aquicito nomás; a un suspiro de Lima Metropolitana, el litoral de Barranca ofrece un rosario de playas concurridas y por descubrir.
Días de andar por escenarios playeros de aguas tranquilas y orillas explorables; de relajo, mientras la mirada se zambulle en el océano infinito y el vaivén de las olas hacen de las suyas; de encuentros íntimos con la mismísima naturaleza bajo un cielo naranja al atardecer; de noches agitadas y siempre movidas al son de la música y las luces parpadeantes de los bares y discotecas; de aprendizajes y risas con los pescadores quienes saben cómo lanzar el anzuelo para cautivar a los viajeros.
Y eso es lo que se vive en el mar barranquino cuando el sol parece ignorar que el verano ya se acabó. Y si es por capricho o rebeldía, lo cierto es que es el fiel acompañante en las jornadas ‘extra veraniegas’ en Puerto Chico, Miraflores y Chorrillos, el conjunto de balnearios donde jamás, pero jamás faltan restaurantes, bares, discotecas y un mirador, ubicado en el cerro Colorado. Encontrarlo es más fácil que la tabla del uno. ¿La razón? La presencia de un Cristo Redentor de más de 20 metros de alto.
Pero más allá de las visiones panorámicas desde el mirador, si se quiere un inolvidable espectáculo junto a la sinfonía de una brisa susurrante y las piruetas de las aves en el cielo, navegar con los pescadores en alta mar no es una mala idea, por más que el movimiento de la embarcación ocasione ciertos mareos. Y si eso sucede, los amos y señores de la pesca tienen la solución ideal: ‘tomar agua de mar’, y santo remedio. Adiós vértigos y malestares. A seguir disfrutando de la naturaleza e inmortalizar el circuito con un par de fotografías.
Otro refugio costero: Colorado, una había cerquísima a Puerto Chico, que posee peñas que frenan al mar y una orilla donde crecen totorales. Cambio de escenario. Más pasos. Tiempo de pescar chitas y chitillas en Atarraya, una playa escondida y solitaria a tan solo un par de kilómetros del corazón de Barranca. Aquí se puede caminar en paz, sin el bullicio del amigo heladero, la señora que ofrece algunos categóricos cebiches o la hermana de la misma dama que tienta a los bañistas con las cervecitas bien heladas.
¿Fin del circuito de playas? “Aún hay mucho por descubrir”, se ufanan los barranquinos. Recuerdan un nombre: La Isla, el destino playero de espectacular belleza y peculiar topografía que atesora formaciones naturales que tienen cierta semejanza a unas pirámides. El espacio de mar tranquilo y fina arena es perfecto para los amantes de los campamentos y las noches de fogatas y cantos entre amigos, familiares o parejas. Claro, esto último mientras el bendito sol duerme para salir tempranito bien campante a atrapar con sus garras doradas; entonces, empieza a quemar, arder y sofocar a todos. Y es que es un otoño veraniego.
DATOS
La ruta: Lima – Barranca (kilómetro 175 de la Panamericana Norte). Tiempo: 180 minutos.
Gastronomía: No disfrutar de la gastronomía de Barranca es un pecado. Aproveche y visite los restaurantes Mary Coffee, Red del Pescador, Nietos de Tato, El Cangrejo, El Sama, Mundo Marino, El Búnker de Makey y ¡Oh, qué rico! Y si busca delivery, ‘Y410, tus antojos en casa’ es la mejor opción. Llamar al 94 7389382.
Importante: La Asociación Peruana de Hoteles Restaurantes y Afines (AHORA) – Barranca, se encuentra encaminada a seguir visibilizando los potenciales turísticos y gastronómicos de su provincia, dentro y fuera de la región.