Llegar al pueblo andino de Viñac, en la provincia Yauyos, región Yauyos, significa encontrarse con una naturaleza casi virgen para el turismo, mientras se recorren montañas espectaculares y caminos de herradura aptos para la práctica del trekking, ciclismo y cabalgata.
Aires de tranquilidad. Calles vacías. Casas cerradas. Paredes de adobe y piedras. Quietud y sosiego en una plaza. Visiones bucólicas desde el mirador: muchos senderos sinuosos, comuneros arreando el ganado y, como telón de fondo, montañas en un horizonte encañonado, cubierto por un manto verde y bajo un cielo puro y virginal que empieza a despojarse de las sombras y el titilar de las estrellas.
Así despierta Viñac, no Viñak, como aparece erróneamente en varios documentos virtuales y folletos turísticos. Así conquista a propios y extraños, quienes saben que estar aquí, es encontrarse con una naturaleza casi virgen para el turismo, mientras se recorren montañas espectaculares y caminos de herradura aptos para la práctica del trekking, ciclismo y cabalgata.
El distrito yauyino de Santiago de Viñac, nombre que recibe en honor a su santo patrón Santiago apóstol, se encuentra suspendido en las faltas de los imponentes cerros Viñaccancha y Callequeñua. Su impresionante belleza paisajística que se mezcla con un rosario de escenarios agrícolas y casas de adobe, se impregna de inmediato en las retinas de los viajeros y comuneros, mientras los pasos dejan huellas por La Florida, Tambopata y otros anexos.
Y es que la magia que ofrece, seduce en un dos por tres a todos. El lugar es perfecto para respirar aire puro y disfrutar de la naturaleza al ciento por ciento, bien alejado de ciudades cargadas de estrés que viven a mil por hora. Es así que quienes lleguen hasta aquí, tendrán asegurado encontrarse con un paraíso terrenal a más de 3 180 m.s.n.m.
Pero su encanto no solo se vive y se admira a la luz del día, sino también por las noches. Y es que Viñac es uno de los lugares privilegiados que te acercarán más al cielo y las estrellas. Es así que cuando su cielo está más despejado que nunca, el espectáculo que muestra es impresionante; entonces, solo queda una cosa por hacer: relajarse y acampar bajo las estrellas y otros fenómenos astronómicos.
“Quienes vienen a Viñac son tratados como ‘hijos de esta tierra’. Hacemos que participen en las faenas agrícolas; crianza del ganado; noches de fogatas, mientras se narran cuentos, leyendas y mitos; y fiestas y rituales costumbristas que tanto celebramos y seguimos practicando con amor a nuestra identidad”, es la gentil y tentadora invitación de Wilson García Guerra, promotor y difusor de las bondades turistas y culturales del pueblo que lo vio nacer.
¿Serán ciertas sus palabras? Descúbralo. Buen viaje. Y no se olvide que es Viñac, no Viñak, como aparece erróneamente en varios documentos virtuales y folletos turísticos.