Hemos estado en Cusco muchas veces y siempre ha sido un descubrimiento. Pero esta vez, nuestro viaje tuvo un objetivo muy especial: junto a un grupo de viajeros y aventureros, caminamos 5 días, llegando a más de 4 mil metros de altura. Todo, para conocer los colores del mágico Ausangate.
Cada uno de nosotros tenía un acercamiento distinto a la caminata. Hacer un trekking de este tipo es una experiencia muy personal. Nuestras expectativas eran conectarnos más con el Perú, plantearnos un reto físico grande, conocer las comunidades y la cultura, y reconectar, también, con nosotros mismos.
LOS PREPARATIVOS
Parte de los preparativos antes de la caminata fue pasar dos días en la ciudad de Cusco para aclimatarnos. Nuestro último almuerzo antes de la caminata tenía que ser muy saludable, pero también queríamos que sea muy rico, así que decidimos ir a Greens. ¡Delicioso! Y teníamos que dormir bien y cómodo, para ahorrar energías: el hotel Casa Andina nos recibió con los brazos abiertos y sus cálidas camas.
LA SUBIDA
Los apus son las montañas más imponentes de la región. Desde tiempos incaicos y pre incaicos se considera que son divinidades que protegen a la ciudad. El Ausangate es uno de los más admirados: es considerado por los cusqueños como un apu generoso que se preocupa por el bienestar de los pobladores. Y en su montaña abundan las llamas y las alpacas, porque tienen una conexión directa con el apu.
La caminata tiene unos 60 kms de recorrido. Para disfrutar cada paso es importante prepararse física y mentalmente. Un poco de deporte, la ropa adecuada y buena alimentación. Lo ideal es caminar despacio, no agitarse, hidratarse… ¡y disfrutar la belleza de la montaña! Andean Lodges nos recogió y acompañó durante esta aventura. Tuvimos la suerte de hacer la caminata junto a grupo de personas dedicada a promover y proteger la ruta de Ausangate. Son amantes de la naturaleza y la riqueza cultural. En el bosque de Sayllacancha nos despedimos del auto y empezamos el primer tramo de la caminata, de Molino Viejo a Chillcatambo, donde se encuentra el primer lodge.
El segundo día de caminata empezó a las 5.30 am, y mientras íbamos subiendo, sentíamos el efecto de la altura en nuestro cuerpo. Llegando al pie del nevado Ausangate decidimos alargar la caminata para conocer una laguna al piel del hielo. Finalmente llegamos a nuestro destino, Machuracay Tambo, donde nuevamente nos recibió la comunidad, y comprobamos la importancia que tiene la relación entre los turistas y las comunidades.
El tercer día empezó con un ofrenda a los apus y la Pachamama. Cada uno agradeció en silencio y le dedicó unos segundos al Ausangate. Este día alcanzamos uno de los puntos más altos de la ruta: cruzamos el abra Palomani que está a 5100 m. de altura. Hacia el mediodía, cuando paramos para almorzar, empezó a nevar: ¡seguimos caminando mientras las montañas se pintaban de blanco! Fue uno de los momentos con más magia… Después de un gran día llegamos a Anantapata Tambo, un lodge muy importante en la ruta de Ausangate, porque representa la unión y el trabajo en equipo entre las comunidades y Andean Lodges.
En nuestro cuarto día y después de 3 horas de caminata, llegamos por fin al famoso cerro Vinacunca. Este es un lugar reconocido mundialmente por su belleza: el cerro de colores es admirado por viajeros del mundo entero. Por eso es tan importante que todos los peruanos nos unamos para cuidarlo y protegerlo. Como turistas responsables podemos contribuir siendo parte de las rutas que trabajan con las comunidades y promueven su protección. Después de un día lleno de emociones, caminamos por paisajes de arena rojiza y verdosa, y finalmente llegamos a nuestra última parada, Huampococha Tambo.
EL REGRESO
Emprendimos el regreso. Mientras cruzábamos el abra ya de vuelta, nos despedimos de las montañas. Nos llevamos el recuerdo de los mejores paisajes que hemos visto del Perú. Y también la satisfacción de saber que, lentito y a paso seguro, podemos caminar a más de 5 mil metros de altura. Perú es, realmente, un país de maravillas.